—Por favor, haz dos tablas de piedra idénticas a las primeras que se rompieron, para que pueda escribir en ellas las mismas palabras. También prepárate para subir al monte Sinaí mañana por la mañana y preséntate ante mí en la cima del monte. No permitas que nadie más te acompañe ni permitas ver a alguien durante todo el recorrido por el monte. Además, asegúrate de que no haya ovejas ni vacas pastando cerca del monte.
Moisés decidió hacer dos nuevas tablas de piedra, exactamente iguales a las primeras. Al día siguiente, muy temprano en la mañana, tomó las dos tablas y subió al monte Sinaí como Dios le había ordenado. En ese momento, el Señor descendió en una nube y se encontró con Moisés allí. El Señor pronunció su propio nombre mientras pasaba delante de Moisés.
—¡El Señor! ¡El Señor! Es un Dios bondadoso y compasivo, paciente y lleno de amor y verdad. Su amor perdura por mil generaciones y perdona la maldad, la rebeldía y el pecado. Sin embargo, no deja impune al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en sus hijos, nietos, bisnietos e incluso tataranietos.
Moisés se inclinó rápidamente y tocó el suelo con su frente, rindiendo adoración al Señor. Expresó sus palabras diciendo:
—¡Señor! ¡Señor! Si en verdad me he ganado tu favor, acompáñanos. Esta gente es realmente muy terca, pero perdónanos nuestros pecados y maldad, y acéptanos como tu pueblo.
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La alianza renovada B )”>( B )
Escuchen atentamente: hoy estableceré un pacto con todo tu pueblo. Realizaré obras asombrosas que ninguna otra nación en la tierra ha presenciado, y todos aquellos que estén presentes verán el poder del Señor manifestarse a través de ustedes. Será algo maravilloso lo que haré por ustedes.
11 Cumplan las instrucciones que les he dado hoy y yo me encargaré de expulsar a los amorreos, cananeos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos de su presencia.
Eviten hacer acuerdos con los habitantes del país al que van a ingresar, para no caer en sus trampas. Por el contrario, destruyan por completo sus altares y desháganse de todas sus piedras y árboles sagrados.
No deben adorar a ningún otro dios, ya que el Señor es celoso. Su nombre es Dios celoso.
No deben hacer ningún acuerdo con los habitantes de esa tierra, porque podrían ser tentados a adorar a sus dioses y participar en sus rituales. Esto podría llevarlos a comer de las ofrendas ofrecidas a esos dioses. Además, existe el riesgo de que casen a sus hijas con los hijos de ellos, lo cual podría llevarlas a cometer actos inmorales al adorar a esos dioses. Y esto también podría influir para que los hijos de ustedes se rebajen y adoren a esos mismos dioses.
17 Jamás se hagan ustedes ídolos de metal fundido.
Fiestas anuales C )”>( C )
En la festividad del pan sin levadura, según mis instrucciones, deben comer pan sin levadura durante siete días. Esta celebración se lleva a cabo en el mes de Abib, ya que fue en ese mes cuando salieron de Egipto.
En cuanto al primer hijo que tengan, así como a la primera cría de sus vacas, ovejas y cabras si es macho, deberán ser consagrados para mí. En el caso de la primera cría de una asna, en lugar del asno deberán entregar un cordero o un cabrito; de lo contrario, se le romperá el cuello al asno. Además, se debe ofrecer un sacrificio en lugar de cada primogénito humano. Es importante destacar que nadie podrá presentarse ante mí sin traer algo como ofrenda.
Es importante que dediquen seis días a la semana para trabajar, pero recuerden que el séptimo día es un día de descanso, incluso durante las temporadas de siembra o cosecha.
22. Celebren la festividad de las Semanas, en la cual se conmemora el inicio de la cosecha de trigo y también la culminación del año agrícola.
23 Todos los hombres deberán presentarse ante el Señor, el Dios de Israel, en tres ocasiones durante el año.
24 Expulsaré a las demás naciones de su presencia y ampliaré sus territorios. De esta manera, nadie intentará apoderarse de su tierra mientras ustedes acuden a presentarse ante el Señor su Dios en estas tres ocasiones anuales.
En los rituales de sacrificio animal, es importante no mezclar la sangre con el pan que contiene levadura. Además, se debe evitar guardar lo que sobre del animal sacrificado durante la celebración de la Pascua para consumirlo al día siguiente.
En la antigüedad, se les pedía a las personas que llevaran los mejores primeros frutos de sus tierras al templo del Señor su Dios. Esto era una muestra de gratitud y reconocimiento hacia Dios por las bendiciones recibidas en forma de cosechas abundantes. Era un acto simbólico para demostrar el respeto y la devoción hacia Dios, ofreciendo lo mejor de lo que tenían.
Moisés escribe la ley
27 El Señor le ordenó a Moisés que registrara estas palabras, ya que son fundamentales para el pacto que Él establece con él y los israelitas.
Moisés permaneció junto al Señor durante cuarenta días y cuarenta noches en el monte Sinaí, sin comer ni beber. Durante ese tiempo, escribió en las tablas de la ley las palabras de la alianza, es decir, los diez mandamientos. Al descender del monte con las dos tablas, Moisés no se dio cuenta de que su rostro resplandecía debido a su encuentro con el Señor. Cuando Aarón y los israelitas vieron esto, sintieron miedo y se mantuvieron alejados de él. Sin embargo, Moisés los llamó y tanto Aarón como los líderes de la comunidad se acercaron nuevamente a él para escuchar sus palabras. Poco después, todos los israelitas también se acercaron y Moisés les transmitió todas las instrucciones que el Señor le había dado en el monte Sinaí. Una vez que terminó de hablar con ellos, Moisés cubrió su rostro con un velo.
Cuando Moisés se acercaba a la presencia del Señor para hablar con Él, solía quitarse el velo que cubría su rostro y lo dejaba así hasta que salía. Luego, transmitía al pueblo de Israel las instrucciones recibidas del Señor. Al notar los israelitas que el rostro de Moisés resplandecía, él volvía a colocarse el velo sobre su cara y lo mantenía allí hasta que volviera a entrar para hablar nuevamente con el Señor.
El lugar donde Moisés recibió las tablas de la ley
La historia de Moisés y las Tablas de la Ley es un relato bíblico que narra el viaje de las tribus lideradas por Moisés desde Egipto hasta el desierto del Sinaí. Después de cruzar el golfo de Suez, pasaron 49 días en el monte sagrado donde Moisés honró a su Dios y recibió las Tablas de la Ley. Estas tablas eran los mandamientos divinos que debían guiar a las tribus en su peregrinaje por el desierto.
A partir de ese momento, comenzó un largo peregrinaje que duraría 40 años. Durante este tiempo, las tribus enfrentaron numerosos desafíos y pruebas en medio del árido desierto. Sin embargo, se dice que fueron protegidos y guiados por la presencia divina.
Las Tablas de la Ley representaban los principios morales y religiosos fundamentales para estas tribus. Contenían los Diez Mandamientos, como “No matarás” o “No robarás”, entre otros preceptos importantes para mantener una sociedad justa y ordenada.
El de las tablas escritas por Moisés
Durante cuarenta días y cuarenta noches, Moisés permaneció en el monte con el SEÑOR sin comer ni beber. En ese tiempo, recibió las tablas de la ley donde escribió los términos del pacto entre Dios y su pueblo. Estos términos eran conocidos como los diez mandamientos, que son un conjunto de reglas divinas para vivir una vida justa y obediente a Dios.
Los diez mandamientos son:
1. Amarás a Dios sobre todas las cosas: Este mandamiento nos enseña a poner a Dios en primer lugar en nuestras vidas y adorarlo con todo nuestro corazón.
2. No tomarás el nombre de Dios en vano: Nos indica que debemos respetar y honrar el nombre sagrado de Dios.
3. Santificarás el día del Señor: Nos invita a dedicar un día especial para descansar y adorar a Dios.
4. Honrarás a tu padre y madre: Este mandamiento nos recuerda la importancia de respetar y obedecer a nuestros padres.
5. No matarás: Prohíbe quitar la vida injustamente, promoviendo así el valor sagrado de toda vida humana.
6. No cometerás adulterio: Nos exhorta a mantener fidelidad en nuestras relaciones matrimoniales o comprometidas.
7. No robarás: Nos insta a ser honestos y respetuosos con las posesiones de los demás.
8. No darás falso testimonio ni mentirás: Promueve la verdad, evitando engañar o perjudicar al prójimo con palabras falsas.
9. No codiciarás la mujer del prójimo: Nos enseña a no desear lo que pertenece a otros, incluyendo sus relaciones.
10. No codiciarás los bienes del prójimo: Nos invita a estar satisfechos con lo que tenemos y evitar la envidia o el deseo de poseer lo ajeno.
Estos mandamientos son una guía moral para vivir en armonía con Dios y nuestros semejantes, promoviendo valores como el amor, la honestidad y el respeto mutuo.
Las dos tablas de Moisés: ¿Cuáles son?
Después de que Moisés terminó su conversación con Dios en el monte Sinaí, recibió un regalo muy especial: las dos tablas del testimonio. Estas tablas eran hechas de piedra y habían sido escritas por el dedo mismo de Dios. Era evidente que estas tablas eran una obra divina, ya que la escritura grabada en ellas provenía directamente de Dios.
Las tablas del testimonio se convirtieron en un símbolo sagrado para los israelitas, representando la alianza entre ellos y su Creador. Contenían los mandamientos y leyes fundamentales que debían seguir como pueblo elegido por Dios. La importancia de estas tablas era tal, que fueron guardadas cuidadosamente dentro del Arca del Pacto.
P.S.: Las tablas del testimonio son consideradas uno de los tesoros más valiosos para el pueblo judío hasta el día de hoy. Su significado trasciende lo material, recordándonos la importancia de vivir según los principios divinos establecidos en ellas.
La reacción de Moisés ante el pecado del pueblo y las tablas
Después de pasar cuarenta días y cuarenta noches en la cima del monte Sinaí, Moisés descendió con las tablas de piedra que contenían los mandamientos dados por Dios. Sin embargo, al llegar al campamento, quedó horrorizado al presenciar cómo el pueblo de Israel había caído en la idolatría. Habían construido un becerro de oro como símbolo de adoración.
Enfurecido por esta grave transgresión, Moisés arrojó las tablas sagradas al suelo y las hizo pedazos ante sus ojos. Este acto simbolizaba su rechazo a aceptar los mandamientos divinos después de que el pueblo hubiera violado tan flagrantemente uno de ellos: “No tendrás otros dioses delante de mí”.
Además, Moisés tomó medidas drásticas para castigar a aquellos israelitas rebeldes que habían participado en la adoración del becerro dorado. Junto con algunos leales seguidores, se enfrentaron a los culpables y tres mil personas perdieron la vida como consecuencia directa de su desobediencia.
Esta acción severa fue una muestra clara del compromiso inquebrantable que Moisés tenía hacia Dios y hacia el cumplimiento riguroso de Su ley. Aunque doloroso e impactante para muchos testigos, este episodio sirvió como una advertencia contundente sobre las consecuencias devastadoras que podían resultar cuando se abandonaban los principios fundamentales establecidos por Dios.
A pesar del trágico evento relacionado con la ruptura de las tablas originales, más tarde Moisés recibió nuevas tablas grabadas con los mandamientos divinos. Este acto de misericordia y gracia por parte de Dios demostró que, a pesar de las faltas humanas, aún había esperanza para la reconciliación y el restablecimiento del pacto entre Dios e Israel.
Consecuencias de la ruptura de las tablas por parte de Moisés
Moisés se enfureció y lanzó las tablas de las leyes que había recibido de Dios, haciéndolas pedazos al pie del monte. Al regresar al campamento, Moisés quedó indignado al ver el becerro de oro y la celebración que lo rodeaba. Nuevamente, arrojó las tablas con furia y las rompió en mil pedazos.
La ira consumía a Moisés mientras observaba la desobediencia del pueblo. Sin control alguno, volvió a tomar las tablas sagradas y una vez más las hizo añicos contra el suelo.
Las palabras divinas grabadas en esas piedras habían sido profanadas por la idolatría del pueblo elegido. La frustración e indignación llevaron a Moisés a destrozar nuevamente los mandamientos escritos por el dedo de Dios.
El sonido ensordecedor de los fragmentos golpeando el suelo resonaba en medio del caos generado por la adoración falsa. Las tablas rotas simbolizaban no solo la ruptura física, sino también la fractura espiritual entre Dios y su pueblo.
Los trozos dispersados representaban ahora un recordatorio tangible de cómo Israel había fallado en cumplir con los mandamientos dados para guiarlos hacia una vida justa y santa.
En ese momento, Moisés tomó conciencia plena del pecado cometido por su pueblo amado. Su reacción impulsiva reflejaba tanto su amor inmenso como su decepción abrumadora ante esta traición flagrante.
Con lágrimas en sus ojos pero determinado a corregir este camino equivocado, Moisés sabía que debía buscar la reconciliación con Dios y liderar a su pueblo hacia la verdadera adoración.
Aunque las tablas de la ley se habían hecho añicos, el propósito divino seguía intacto. Moisés sabía que debía volver al monte para recibir nuevamente los mandamientos y guiar a Israel en el camino correcto.
Con humildad y arrepentimiento, Moisés emprendió una nueva travesía hacia la presencia de Dios, confiando en Su misericordia para restaurar lo que había sido roto.
El entregador de las tablas a Moisés
De acuerdo a la historia narrada en el libro de Éxodo, Dios escribió estos mandatos en dos tablas de piedra, las que dio a Moisés en el Monte Sinaí, según el relato, cuando bajaba del monte, vio al pueblo que estaba adorando un becerro de oro y enfurecido las rompió.